Enseñanzas de Osho
Las creencias básicas de Osho están centradas en la tradiciones hindúes y budistas: Aquel Dios que está en todas las cosas, "Como corriente viviente de energía que fluye a través del mundo temporal e ilusorio de las formas, y que los Buddhas son aquéllos que hallan más allá de la ilusión del ego y del tiempo a la gran unidad y verdad de la existencia". “Osho consideró la energía sexual como la fuente fundamental de toda la energía humana y la represión de esta energía como la fuente de la mayoría de los problemas individuales"
Explicó que todas las religiones son una en su origen y que "las diferencias entre ellas son básicamente accidentes de tiempo y lugar y cultura. Todas ellas, en la lectura de Osho, tienen el mismo mensaje básico: Ir adentro; el reino del cielo está en uno mismo; en celebrar la divinidad de la propia vida cotidiana.
El énfasis principal del mensaje de Osho es el descubrimiento de si mismo, en lugar de la reverencia a poderes en lo alto, y esto se lograría a través del auto-conocimiento. Él invitó a la formación de un "nuevo hombre" para asegurar, según él, la supervivencia de la humanidad. Afirmó que el ascetismo es una forma de masoquismo y que el bienestar o riqueza es incluso una condición previa para la espiritualidad.
Osho invitó a sus seguidores a que no se preocuparan por entenderlo sino que se preocuparan por entenderse a si mismos. Observar más de cerca las propias acciones, las relaciones, los estados de ánimo: “cómo eres cuando estás solo, cómo eres cuándo estás con las personas, cómo te comportas, cómo reaccionas, si tus reacciones están orientadas al pasado, son patrones fijos del pensamiento o estás siendo espontáneo, responsable”.
La filosofía de Osho, según sus seguidores, se puede resumir en una actitud conciente o meditativa y juguetona frente a la naturaleza de la vida humana en todas sus manifestaciones.
Creía en una armonía entre la religión y la ciencia. Esto según él, haría nacer al individuo perfecto, a la cultura perfecta, a un pueblo rico en valores internos y en logros externos. El individuo no es ni cuerpo ni alma, sino que es una combinación de los dos. Por lo tanto, cualquier cosa basada en uno de ellos únicamente estaría incompleta."
En sus palabras: "Yo no soy un Mesías, no soy un misionero. No estoy aquí para establecer una iglesia o para dar una doctrina al mundo, una nueva religión, no. Mi esfuerzo es totalmente diferente: una nueva conciencia no una nueva religión, una nueva conciencia no una nueva doctrina. ¡Ya basta de doctrinas, ya basta de religiones! El hombre necesita una nueva conciencia. Y la única forma de traer conciencia es continuar martilleando por todos lados para que, poco a poco, pedazos de tu mente se vayan desprendiendo. La estatua de un buda está oculta en ti. Ahora mismo eres una roca. Si sigo martilleando, tallando pedazos, poco a poco el buda emergerá."
En sus discursos, mostraba un gran sentido del humor y vasta erudición filosófica. Hablaba de los sutras del yoga, de las parábolas de Jesús, de los Koanes del zen, de sufismo, taoísmo, hassidismo, tantra, discursos que mezclaban chistes, que hacían aún más amena sus exposiciones. Las charlas eran alternadas con sesiones de preguntas y respuestas.
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